-Buenas tardes jovencita Eli,
por favor permite que la acompañe hasta sus aposentos.
-Claro, muchas gracias-
respondió esta.
Mientras se dejaba guiar por Jorge,
el mayordomo, iba contemplando el paraje que había alrededor de la mansión de
la tía Nadia. Entraron por la puerta principal y subieron unas escaleras con
forma de caracol, y luego torcieron hacia la derecha y en la segunda habitación
del pasillo fue donde se instaló.
Eli se fijó en todo lo que la
rodeaba, la pared era de un tono crema que iba muy bien con los muebles de
madera. La cama era de matrimonio, y tenía un colchón de agua ¡le encantaba la
cama! Lo primero que hizo tras deshacer la maleta fue montarse encima de la
cama y ponerse a saltar.
De repente, se escuchó un leve
golpe en la puerta.
-¿Quién es?
-Soy tu tía Nadia
-Adelante tita-respondió
mientras colocaba las sábanas bien y se sentaba
.
-Me pregunto, si estás tan
cansada como para rechazar una cena en casa de los vecinos.
-¿En casa de los vecinos?
-Sí, acaba de llamarme Lydia, y
como le comenté que mi sobrina vendría a pasar el verano, nos ha invitado muy
amablemente a cenar allí. ¿Te apetece ir?
La verdad es que Eli no tenía
ningunas ganas de ir, pero sabía que tarde o temprano tendría que
enfrentarse a conocer a sus vecinos
temporales, así pues, le echó valor y decidió acceder a lo que su tía le había
propuesto.
-Claro tita, será genial
conocer a Lydia y a su familia. ¿Cómo hay que ir vestida?
-Pues como quieras chiquilla,
aquí no debes preocuparte de cómo ir vestida. Tú ve cómoda y no te preocupes
por tu aspecto físico… aunque a decir verdad podrías ligarte a su hijo, es muy
mono y creo que es de tu edad.
-Pero tita, ¿qué dices? No me
voy a ligar a nadie, y menos a alguien que no conozco.
-Bueno, lo que tu digas Eli. En
2 horas salimos. – dicho esto, cerró la puerta y dejó a Eli pensativa en la cama. ¿Por qué su tía
le habría dicho lo de ligarse al hijo de Lydia? ¿Tendría cara de necesitar un
novio o algo? Eso le hizo pensar en Demetrio, o De como ella le llamaba… De era
el único chico que ella había amado, el único con quien le hubiese encantado
tener una historia de amor, con quien compartir besos, y acaricias… y quizá si
hubieran durado lo suficiente hubiesen compartido algo más… pero al final todo
quedó en nada, él se mudó y pese a que le prometió que seguirían hablando, todo
ha cambiado. Es cierto que hablan, pero muy de vez en cuando y además, él ha cambiado. Mucho. Antes era un
niño afable, generoso y alocado, pero ahora su personalidad ha sido trastocada totalmente,
y ya solo piensa en emborracharse y en ligar…y eso es algo que Eli odia, que sea
uno de <<mucho músculo y poco cerebro>>. Pensar en De, le hizo
acordarse de su madre y en su promesa de llamarle cuando llegase, así que
encendió su Samsung Galaxy y llamó a su madre. Tras asegurarle que todo le iba
bien, y contarle lo de la cena en casa de Lydia, descolgó y activó el whatsapp.
Tenía 12 conversaciones, la mayoría eran grupos, pero en cambio había dos que
no lo eran, una de su madre diciéndole que si se le había olvidado llamarla, y
otro de su mejor amiga, Leonor. En el whatsapp le preguntaba como le iba en
medio de la nada y le prometía llamarla en cuanto volviese de la cita con su
novio. Ella le respondió que acababa de llegar y le pidió que no la llamara
hasta las 12 porque tenía una cena en casa de la vecina de su tía. Leyó los
grupos de whatsapp, y desconectó el internet. Miró el reloj, le quedaba aún una
hora y media para salir así que decidió escoger que ponerse, porque aunque no
le interesara ligar con nadie, quería causar buena impresión, sobre todo
teniendo en cuenta que esos iban a ser su única compañía en aquel extraño
lugar.
Abrió el armario y observó la
ropa que se había llevado. Tras observarla un buen rato, se decidió por unos
pitillos vaqueros, una camiseta de tirantas lisa de color rosa y sus zapatos
favoritos, unas vans rosas. Cogió las prendas y se metió en el baño para darse
una ducha.
Una vez arreglada, solo le
quedaba decidir qué hacer con su pelo, al final decidió cepillárselo un poco.
Para terminar, se pintó la línea de ojos azul, y se puso un poco de colorete y
finalmente, un poco de gloss en los
labios.
Una vez vestida y arreglada,
bajó para abajo, pero como la casa era tan grande, no sabía por donde ir, así
que decidió ir por donde había venido. Miró el reloj y eran las ocho menos
cinco, así que como no tenía mucho más que hacer, decidió inspeccionar la gran
entrada, y vio que había tres puertas, una que iba a la cocina, otra al salón y
la otra que estaba cerrada.
-¿Qué haces aquí Eli?
-Te estaba esperando tita,
dijiste que a las ocho nos íbamos.
-Si, tienes razón, por cierto,
¡estás guapísima!
Eli se quedó paralizada por la
sorpresa, era la primera vez que su tía se fijaba en cómo iba...
-Gracias. ¿Nos vamos ya?
-Claro, espera que llamo a
Jorge para que venga con nosotras. ¿Te apetece dar un paseo?
-Por supuesto.
Dicho esto, y una vez que Jorge
hubo llegado, salieron hacia la casa de Lydia. Por el camino, Eli pudo observar
la enorme vegetación que se extendía ante ella, y a lo lejos, observó un gran picadero.
-Tita, eso que veo allí, ¿es un
picadero?
-Sí, todos los miembros de la
familia de Lydia saben de hípica, de hecho, tienen un profesor de hípica para
ellos, ahora mismo está Lucía
aprendiendo, la hija más pequeña, tiene solo 7 años y hace 2 que comenzó las
clases.
-¡Uoh! ¿En serio? ¡Qué pasada!
-¿Te gustaría aprender?
-¡Me encantaría! Desde pequeña
le pedí a mamá que me apuntase, pero tras la muerte de papá, no se lo he vuelto
a pedir…
-¿De verdad? Pues cuando
estemos con Lydia le voy a preguntar si Rubén estaría dispuesto a darte clases durante
este verano
A Eli le entusiasmó la idea de
las clases de hípica y pensó que en el fondo no iba a estar tan mal su estancia
en casa de su tía Nadia si podría cumplir uno de sus sueños.
Tras unos 15 minutos más
andando, llegaron a casa de Lydia, allí
Eli pudo observar que la frondosidad del bosque se extendía mucho más allá y
que la casa de Lydia eran tan grande como la de su tía. Era de un tono ocre, y
al principio se podía apreciar el extenso picadero, donde en esos momentos
había un hombre montando a caballo, y Eli supuso que detrás del picadero
estarían las cuadras.
-Eli, ¿ves al joven que está
montando a caballo? Es Rubén, el
profesor de hípica.
-Pero es jovencito,
¿no?-preguntó Eli mientras observaba al joven.
-Sí, tiene unos 23 años, pero está realmente bien formado
-Bueno, si tu lo dices…
-Aunque estaba segura de que estaba bien
formado. Tenía el cuerpo sudoroso, y aunque no lo podría apreciar de cerca,
pudo ver la forma de su espalda, y estaban morenísimo. Además el pelo castaño
claro, lo tenía recogido en una coleta. Fue una pena que no pudiera ver el
color de sus ojos. Esto pensaba Eli cuando de repente, se chocó con un joven
cuyos ojos azules le recordaban el mar, y cuya sonrisa parecía cosa
sobrenatural.
-¡Eh ten cuidado por dónde vas
niñata!
-Perdón, estaba distraída.
-Ya lo veo ya, pues a ver si
estamos más atenta, que no se puede ir por el mundo mirando a la nada.
-Ya me he disculpado, no hace falta que te pongas así.
-Me pongo como me da la gana, a
ver si te enteras niñata que estoy en mi casa.
-Guillermo, estás aquí. Te
presento a mi sobrina Eli, viene desde Almería para pasar el verano
aquí-Anunció la tía Nadia
-Eeeh..vale, yo soy Guillermo.
-Yo Eli.-Dijo con cierto
recelo.
-¿Sabes dónde están Lydia y tus
hermanas?
-¿Tengo pinta de ser su
secretario?
-Guillermo eres un insolente-
Dijo una voz grave que provenía de detrás de donde estaba Eli. –No puedes
tratar tan mal a los vecinos porque te has caído del caballo.
-Cállate Rubén.
Eli se giró y vio al joven que
estaba antes montando a caballo, ahora pudo observar los ojos color esmeralda
del profesor de hípica.
-No, no me callo. Ve a
cambiarte y de paso dile a tu madre que ha llegado la señora Nadia, Jorge y una
señorita cuyo nombre no tengo el gusto de conocer.
-Me…me… me llamo Elisabeth, pero
todos me llaman Eli.-Dijo Eli titubeando mientras se acercaba a darle dos
besos- ¿Tu eres Rubén, no? Encantada.
Dicho esto, Guillermo se marchó
en busca de su madre y sus hermanas, pensando que Elisabeth era una maleducada,
y fulminando a Rubén con la mirada. Una
vez todos hubieron llegado a donde estaba Lydia y sus hijas, comenzó la hora de
las presentaciones.
-Hola Lydia, ¿qué tal estas?
Esta es mi sobrina Elisabeth, aunque todos la llamamos Eli.
-Hola Eli, yo soy Lydia, y
estás son mis hijas, Paola y Esther
-Encantada chicas-dijo Eli
sonriendo.
-Igualmente- respondieron
ambas.
Eli, se fijó en que ambas
chicas eran increíblemente guapas, Paola, la menor, era morena de pelo negro
como el carbón y unos ojos marrones muy grandes. Y Esther, quien Eli pensó que
sería un poco más grande que ella, era morena de piel, como el resto de sus
hermanos, pero en cambio, era rubia y tenía los ojos color miel. Muy guapa
también.
Entraron en el interior de la
casa, y Rubén quienes los había acompañado hasta ahí, se marchó a su
dormitorio, en cambio, Guillermo se quedó junto a ellas toda la noche. Jorge se
marchó a casa de la tía Nadia y les dijo que iría a buscarlas en el coche
cuando se lo pidiesen. Paola empezó a hablar con Eli muy rápidamente y le contó
que tenía 7 años, que le encantaban los libros y que estaba aprendiendo con
Rubén, quien además de ser su profesor de hípica, era su hermanastro. Esther
solo dijo que tenía 20 años y que odiaba leer y todo lo que tuviese que ver con
libros, pero que le apasionaba ir de compras. Guillermo no dijo nada, pero
Paola le dijo que tenía 18 años y que hace 2 días fue su cumpleaños.
-¡Guau! Felicidades atrasadas
Guillermo, espero que te lo pasaras
genial.
-Emm.. Sí, gracias. Estuvo
bien-contestó fríamente.
-Guille no seas borde con la
invitada-intervino Esther. - ¿Por qué no la invitas a tu fiesta de cumpleaños?
-¡Síiii!-exclamó Paola- estaría
genial que vinieses, te podría presentar a mi caballo y podríamos intercambiar
libros.
-No creo que quiera venir…
-respondió este.
-¿Tu qué dices Eli? ¿Te
apuntas? Estarán los amigos de Guille, que algunos son muy guapos.
-Pues… no sé… es que no conozco
a nadie.
-Porfa, Eli, me haría mucha
ilusión, así estarías conmigo- Suplicó Paola.
Al final, Eli cedió aunque no
le hacía mucha gracia tener que ir a la fiesta de ese maleducado Guille, había
aceptado porque no tenía nada mejor que hacer, y porque Paola y Esther le
habían caído bastante bien, sobretodo la pequeña.
Llegó la hora de la cena, y
pasaron al comedor. La mesa era rectangular, y había 8 sillas a su alrededor.
La sala era enorme, además tenía cuadros
en las paredes y una televisión gigante a la que estaba conectada un montón de
consolas. Eli pensó que se había equivocado a la hora de poner la mesa, ya que
ellos solo eran 6, pero esperó a que se
sentaran. Antes de sentarse entró por la puerta un señor en traje de chaqueta
de unos 45 años y Eli supuso que sería el marido de Lydia. Tras él, apreció
Rubén, que iba vestido con una camisa blanca y unos vaqueros. El pelo lo
llevaba suelto. José, el marido de Lydia se presentó, y Eli hizo lo mismo.
Se sentaron en la mesa, Eli
estaba sentada al lado de Guillermo, por petición de José, y de Paola. Para
comer había pescado a la plancha acompañado de una ensalada de arroz, y de
postre hubo helado. Durante la cena Eli
se dio cuenta de que Guillermo la miraba mucho, pero ella estaba molesta con él
por haberla tratado tan mal, además ella estaba hablando con Paola y Esther
sobre qué se podía hacer en aquel lugar.
-Lydia la cena ha estado
buenísima- dijo Eli.
-Me alegro que te haya
gustado. Puedes venir siempre que
quieras a cenar.
-Gracias
-Mamá, ¿sabes que va a venir a
la fiesta de Guille?- le dijo la pequeña muy contenta.
-¿Si? Eso será genial. ¿Te ha
dicho ya cuando es?
-No, la verdad es que no.-
Respondió ella sonrojándose.
-Es dentro de dos días, el
viernes. A las 10 de la noche, vamos a hacer una barbacoa y además va a haber
un DJ buenísimo- dijo Lydia
-Anda hermanita, no digas
tonterías…
-Rubén eres un DJ buenísimo,
reconócelo- comentó Esther
-¿Eres DJ?-preguntó Eli muy
sorprendida
-Bueno, lo intento.
-¡OH! Eso es genial, ¿qué tipo
de música pinchas?
-Pues un poco de todo, depende
del sitio.
Guille había estado callado
todo el tiempo observando lo guapa que era Elisabeth, algo que mientras había
estado discutiendo con ella no había notado. Pero sus ojos eran preciosos, e
incluso creía que eran más bonito que los de él, y que Guille reconociese eso,
era algo prodigioso ya que él siempre había presumido de tener los ojos más
bonitos.
-Creo que eres hora de que nos
marchemos- comentó la tía Nadia mientras miraba el reloj. – Voy a llamar a
Jorge para que venga a buscarnos.
-¿Por qué no te quedas a dormir
Eli? ¿Puede, mamá?- Preguntó Paola
-Claro que puede, ¡es una idea
genial!- Respondió Lydia
-Pero no tengo el pijama
aquí-comentó Eli
-Yo te dejo uno mío, pero quédate porfaaaaa- Dijo Paola con
lagrimillas en los ojos.
Todos empezaron a reír por la
ocurrencia de Paola de dejarle uno suyo, aunque Eli contestó:
-No creo que me quede bien, yo
soy más alta que tú… Además que no sé si la tía Nadia me dejará…
-¿Por qué no vas a por uno a
casa y vuelves? – Le dijo Esther- Y por lo de tu tía no te preocupes, mamá
seguro que la convence.
-Eso dalo por hecho, yo me
encargo de convencer a tu tía.
-Mamá, ¿quieres que la acompañe
para que no vuelva sola? Cojo la linterna- dijo Guillermo
-No te preocupes, puedo volver
solita, gracias- Eli se extrañó de que Guillermo se hubiera ofrecido a
acompañarla.
-No, no, no hay nada más que
hablar Guillermo te acompañará- sentenció José
Una vez que la tía Nadia hubo sido
convencida por Lydia, fueron en el coche Jorge, Nadia, Eli y Guille. Una vez
llegaron allí, ella cogió el pijama, el cepillo de dientes, el cargador del
móvil y un conjunto para el día siguiente.
Se despidió de su tía, y acompañada por el joven Guillermo, emprendió su
marcha.